domingo, 18 de diciembre de 2011

Gloria

Hoy ha amanecido un día radiante, así que he decidido ir a dar un paseo. Pensé en ir al puerto, pues aunque el aire era fresquito, daba gusto de caminar.

Así que cogí el metro en plan rutina para hacer trasbordo en “Verdaguer” y como siempre cojo la línea “azul” pues me pasé de estación. Y me encontré en “Diagonal”. Y me pregunté; ¿Qué hago yo aquí? No era esta mi intención, pero se ve que sí lo era de mi subconsciente, porque he acabado en la residencia donde está internada mi amiga y allí me he quedado hasta que le he dado de comer.

Mientras lo hacía, pensaba que si yo algún día me veo en esas condiciones, me gustaría tener amigas que me vengan a ver, me den de comer me acaricien, me canten, me den besos… en fin, que aunque yo no me entere por la enfermedad querría tener un contacto humano.

¿Por qué hasta que punto ella no se entera? El sábado pasado a la hora de la cena le dijimos: Gloria ¿te gustan los garbanzos? Y respondió tajante: No.

Y es verdad que no le han gustado nunca, pero ahora se los come en puré y no sabe ni lo que es.

La quiero mucho y es lo único que puedo hacer por ella. Darle un ratito de mi tiempo. Y la verdad es que lo hago muy a gusto.

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